¿Parece lejos verdad? pero ¿es mucho? ¿sí? ¿seguro?
Porque ¿qué nos encontramos a un millón de millas? O sea a millón y medio de kilómetros. ¿qué podemos encontrarnos?.
Poca cosa. Es casi nuestra casa, el universo vacío.
Nuestra Luna se halla de nosotros a sólo unos 400 mil kilómetros, casi 250 mil millas. Venus a algo menos de 40 millones de kilómetros o 27 millones de millas.
Así que ¿qué podemos encontrar a un millón de millas? Nada excepto la soledad del negro Universo en el que vivimos. Un universo en el que la luz es casi una excepción.
¿Por qué entonces escogió el inclito guitarrista irlandés Rory Gallagher esta distancia para contarnos lo lejos que estaba de casa? ¿Porque rimaba?, quizá. Pero creo que fue porque a veces los números no importan.
La auténtica distancia, la verdadera lejanía no se mide en kilómetros ni en millas. Se encuentra cerca de nosotros: en la barra de un bar en la que sólo resta un dormido camarero que aguarda a que el último cliente se marche.
La auténtica lejanía se mide en bites de soledad. Gallagher, un gran poeta que encontraba la inspiración en la barra de un bar, lo sabía bien.
La soledad, la oscuridad, la lejanía no están en las medidas. Está en nosotros.
Como Ripley, la comandante de la nave Nostromo. Lejos de su casa, dormida, sola, aunque acompañada de un silencioso Alien que hospedado en sus entrañas no pudo acabar con ella; mas al contrario la hizo mucho más fuerte. Su fortaleza nació de su soledad. La compañía no es sinónimo de seguridad, mas al contrario.
Nunca estamos solos, siempre estamos con nosotros mismos.
